El tópico reza "mejor solos que mal acompañados" aunque no siempre está tan claro, y así tenemos servido ya el problema.
Cuándo empezamos a vivir nos las prometemos muy felices, y tan ilusos y confiados damos por hecho que encontraremos a una pareja espectacular, guapa, inteligente, divertida, a nuestra altura, esa media naranja que te completará y te hará tocar el cielo con las manos. Pero claro, después de probar varias veces en eso del «ensayo y error» comprobamos que la cosa no era tan fácil, la gente es complicada, tienen lados ocultos, manías de las que no te hablan de entrada, y así sin darte cuenta empiezas a arrastrar algún que otro palo, un revolcón, una traición, el príncipe resultó que era un sapo, ella no era la estrella de cine que te imaginabas.
De repente pasamos al otro extremo, y el mundo se vuelve territorio hostil donde no conviene confiar en nadie. Y bueno, ¿qué importa eso? Somos fuertes, somos autosuficientes, y nos contamos esa historia: podemos hacerlo, podemos vivir tomando de aquí y de allá, degustando sin comprometernos, después de todo ¿a quién le apetece comer macarrones todos los días?, y somos singles por unas cuantas temporadas. Pero cuidado, a veces la sociedad más clásica y conservadora penaliza a los solteros y solteras cuándo llegan a ciertas edades. ¿Dónde están los hijos?, ¿qué pasó con la familia?, se preguntarán y de paso te juzgarán. Por no hablar de lo cara que resulta la vida cuando todo te lo tienes que ventilar solo.
Y es que, no hay descuentos para los solteros, y los inviernos a menudo son fríos y oscuros, apetece abrazar a alguien en el que puedas confiar. Vivimos tiempos de pandemias y confinamientos… ¡y qué largos se pueden hacer cuando tienes que pasarlos solo! Tendrás que aprender a vivir con esto si optas por la opción solipsista. Quizá por eso mucha gente prefiere estar mal acompañada antes que sola, «por el interés te quiero Andrés», y es que para esto también hay tópico. La cosa no va del todo bien, pero tiene sus pros, tuviste hijos, a menudo son consuelo y alegría, y con un poco de suerte te cuidarán cuando seas viejo.
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Carpe Diem
Claro que también puede ser justo a la inversa, empezamos a vivir y vemos tanto donde elegir que nos decimos a nosotros mismos: «¡Carpe Diem, loco estaría si me comprometiera!». Hasta que un día llega él o llega ella para trastocar nuestros bien planeados propósitos y volvemos a entrar en la rueda de las relaciones. Bueno, sí, porque no, igual eres una de esas personas afortunadas y encuentras a tu pareja ideal, esa que te va a durar toda la vida, aunque si nos atenemos a los datos no lo vas a tener fácil.
Parece que somos el noveno país de la Unión Europea en número de divorcios, con una cifra que ronda los 100.000 anuales. Otro dato apunta a que 57 de cada 100 matrimonios acaban en divorcio en España. Es probable que si prestas mucha atención a estos datos el asunto se te haga cuesta arriba, sobre todo si le añades la problemática de los hijos, con los pleitos habituales por custodias, repartos y manutenciones. Y la cosa se pone aún peor si nos centramos en lo que pasa en Canarias. Serán los turistas, será el calor o serán los carnavales, pero el Archipiélago anda siempre en los primeros puestos del ranking nacional de divorcios por comunidades autónomas.
Sin manual de instrucciones
Así las cosas, si quieres pareja tendrás que arriesgarte. Es entonces cuando te dices: ¿por qué no enseñarán algo de esto en los institutos?, ¿una optativa, un cuatrimestre en la universidad? Podría ser algo así como «El ser humano y sus compatibilidades», o mejor un título más directo al estilo de «Encuentra a tu pareja ideal». Demasiado pretencioso tal vez, igual es más propio algo así como «7 cosas que debes saber antes de comprometerte». Pero no, no lo enseñan en ningún sitio. Y por paradójico que parezca el segundo o tercer asunto por lo general más importante en la vida de una persona no viene con manual de instrucciones, para alegría de abogados, procuradores, rentistas y demás familia.